La mirada de Oriente Medio de Tomás Alcoverro
Foto y texto: Wilfredo Pomares Ángel
Autor de más de 7000 crónicas periodísticas y varios libros, incluyendo El Decano y Espejismos de Oriente, Alcoverro ha sido testigo directo de los principales acontecimientos en la región. En sus últimas obras, ¿Por qué Damasco? y La noria de Beirut, desgrana la apasionante realidad de Siria y el Líbano.
Después de las palabras de presentación del decano de la Facultad y del periodista Antonio Navarro, Tomás Alcoverro comenzó su intervención preguntándose “¿Con qué puedo ser útil?” pregunta sobre la que volvió cada vez que terminaba cada una de las interesantes anécdotas que compartió. Nunca dio por hecho que nos valían sus historias sólo por ser suyas, la preguntas y reflexiones a donde estriban las experiencias pueden ser acaso más importantes.
Su casa es un sitio de interés para quien llega a Beirut por primera vez, sobre todo jóvenes corresponsales y diplomáticos nuevos en la ciudad. Para Alcoverro “aquel que cree que ha entendido algo del medio oriente es porque alguien le ha explicado mal”.
Sobre el mundo árabe dice que hay un problema de interpretación, porque hay demasiados matices importantes y para una mente occidental (taxonómica) el matiz es difícil de entender.
Haciendo comparaciones, le parece que del mundo occidental la nación más parecida al mundo islámico es Estados Unidos. Ambos sistemas tienen un respeto absoluto por la propiedad privada. “...allí, (refiriéndose al mundo islámico) no hay ocupas, ni te atracan por la calle”.
Para Alcoverro, hay un hito muy cercano que marca la historia de la región: la invasión a Irak por EEUU. La caída de un régimen fuerte que se jactaba de ser laico y permitir las minorías religiosas coincidió con el ascenso del terrorismo islámico con sus células durmientes. En ese hito, y por razones muy circunstanciales, hubo muchos corresponsales españoles.
De las tantas reuniones que tuvieron en un hotel esperando el bombardeo que parecía posponerse, entre la ansiedad de muchos periodistas (“el bombardeo no llega y se me vence el visado”) recuerda una conversación en la que se habló de los motivos más personales para estar allí como periodistas. Saltándose los lugares comunes de la nobleza del oficio y las perogrulladas de la misión del periodismo comenzaron a aludir motivos: “este es mi tema y no me lo puedo perder”, “vine a hacer carrera, a ser reconocido y tener visibilidad e los medios”, “llevo años estudiando la región y no puedo perder esta oportunidad”, y entre tantos motivos alguien resumió “estamos aquí para que nos quieran más”, y ese comentario poderoso acabó la reunión. “Hay que desmitificar el periodismo” todos tenemos razones personales para ejercer y si somos profesionales, somos lo suficientemente conscientes de ellas pera saber como influye en nuestro trabajo.
Entre otras historias, Alcoverro narró las peripecias para enviar una crónica a la redacción y descripciones de la dificultad de uso del télex que era la herramienta por excelencia del corresponsal hace unos años, reflexionaba de los cambios que se están produciendo en el oficio y del cambio de hábitos de consumo del público que hacen que sea cada vez más difícil para los espacios tradicionales de la noticia subsistir.
Al finalizar su presentación, respondió todas las preguntas sin tapujos, compartió “secretos” y gajes del oficio, y agradeció a todos por un encuentro tan cercano, dedicó tiempo fuera de los micrófonos para compartir con los presentes, nos estrechó la mano y preguntó ávido de curiosidad por nuestras lecturas e interpretaciones de lo comentado. Difícil será replicar la experiencia de conversar con un ser tan entrañable el hábitat de la corresponsalía.