Dejaron Huella: Manuel Garrido (Licenciado en Ciencias de la Información (mención Publicidad y Relaciones Públicas), promoción 1991-1995)
Este año vamos a celebrar el 30 aniversario de la Facultad de Comunicación. Yo llegué a esa Facultad el segundo año de su andadura en su sede de Gonzalo de Bilbao y pronto la conocí a la perfección pues su decano de entonces, José Manuel López Arenas, me pidió que ocupara el puesto de Vicedecano de Infraestructura y Equipamiento y, entre otras tareas, adaptara el edificio que hasta entonces acogía la Facultad de Bellas Artes, con muchos de sus techos acristalados en forma de dientes de sierra para favorecer el paso de la luz natural, a los requerimientos de la Facultad de Comunicación con la necesidad de poder oscurecer en su totalidad las aulas para poder ver y proyectar películas y videos. Es de justicia recordar también en esta sección “Dejaron huella” a Alejandro García Lomas, uno de los muchos PAS que han colaborado en que esta Facultad sea tan fabulosa como lo es hoy.
En el centro del edificio había un aula enorme con un precioso techo de artesanado de madera donde impartía mis asignaturas de Marketing a las licenciaturas de Periodismo y Publicidad. Recuerdo aquella aula siempre repleta con más de cien alumnos y a veces alguna cara de desasosiego ante la dificultad de entender fórmulas y poder resolver los ejercicios, que ni mucho menos eran complejos, aunque los autodenominados alumnos “de letras” se empeñaran en demostrar lo contrario. En mitad del aula siempre estaba muy bien rodeado de buenos amigos un alumno que brillaba por la inteligencia de sus preguntas, la rapidez en resolver con éxito cualquier tipo de problema y la capacidad de relacionar el resultado obtenido con los conceptos teóricos que había sido capaz de asimilar con facilidad. Ese alumno también irradiaba una mezcla de simpatía y formalidad que hacía que su temprana madurez contrastara con su vitalidad y pasión por todo lo que hacía. Los amigos eran, entre otros, José Manuel Palomino, emprendedor que más tarde montaría su propia agencia; Mario Cruz, que prefirió la tranquilidad de aprobar unas oposiciones; Javi Saenz, que en la agencia Atlantis hizo brillar la publicidad en sus tierras canarias o Mª Angeles Pastor. Ese alumno que iluminaba el centro del aula no es otro que Manuel Garrido Lora.
Allá por 1993 la Universidad de Sevilla se encargó de la puesta en marcha de la quinta edición del Encuentro de Profesores Universitarios de Marketing y yo organicé un concurso entre los alumnos de Publicidad para buscar un logotipo para ese congreso. La propuesta de Manolo Garrido fue la ganadora, el logotipo que diseñó fue mucho más allá de esas jornadas y se convirtió en el emblema de la Asociación Española de Marketing durante varios años. Además, ese congreso todavía es recordado por ser el primero que se desarrolló con una completa imagen corporativa planteada a la luz de ese logotipo cuando, en esa época, no era habitual ni siquiera para los bancos ni para las grandes empresas de nuestro entorno contar con un manual de identidad corporativa. Manuel empezaba a despuntar y a demostrar que también hubiera alcanzado la excelencia en el mundo de la empresa si hubiese elegido ese camino.
Esos años, al terminar el curso académico, yo solía pedir a los alumnos que me entregaran un papel donde señalaran las cinco cosas que más les habían gustado de la asignatura y las cinco que menos les había convencido para intentar mejorarlas. Por supuesto, tenían total libertad para opinar sobre lo que quisieran. Un año me llamó mucho la atención un alumno que, como aspecto negativo, señalaba que se me veía a veces la corbata cuando estaba de espaldas.
Manolo Garrido era mucho más que un alumno brillante, su creatividad iba mucho más allá del mundo de la publicidad, donde destacaba en todo lo que planteaba, y continuamente aparecía con una idea diferente que iba desde montar una fiesta espectacular para sacar dinero para el viaje fin de curso hasta organizar un partido de fútbol entre profesores y alumnos. Esa virtud de ser incansable la conserva hoy en día y es capaz de hacer diez cosas a la vez organizando su agenda tan apretada que no cabe nada más y, de manera increíble, conseguir compartir muchísimo de su tiempo con su hijo Pablo.
Manuel Garrido pertenece a la promoción 1991-1995, y consiguió, con un expediente más que sobresaliente, el título de Licenciado en Ciencias de la Información (mención Publicidad y Relaciones Públicas). Nada más terminar sus estudios, Manolo tuvo el honor de cambiarse al otro lado de la tarima y pasar a ser el primer alumno de la Facultad de Comunicación que se convirtiera en docente incorporándose como profesor asociado al Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad y Literatura. Su primer día de clase apareció vestido de forma inmaculada con chaqueta y me preguntó ¿llevo bien colocada la corbata? Nos seguimos riendo al recordar que me reconoció que él había sido ese alumno que había criticado mi forma de colocar la corbata...
Como profesor ha brillado en todas las asignaturas que ha impartido en las licenciaturas y grados en Periodismo, Comunicación Audiovisual y Publicidad y Relaciones Públicas, cursos de doctorado y másteres, obteniendo en repetidas ocasiones el diploma de Excelencia Docente que otorga la Universidad de Sevilla.
Como investigador ha liderado y pertenecido a prestigiosos equipos de investigación y participado en cuatro proyectos nacionales de I+D+i financiados en convocatorias competitivas ministeriales. Su amplia producción científica se concreta en más de sesenta publicaciones, entre libros, capítulos de libro y artículos en revistas científicas.
Su infatigable dedicación también le ha llevado a destacar en el apartado de Gestión habiendo sido en dos ocasiones Secretario del Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad y estos últimos años Secretario de la Facultad de Comunicación.
Además de sobresalir en todos estos aspectos, Manuel destaca por ser un compañero extraordinario, siempre dispuesto a ayudar a todos con su inteligencia, sus conocimientos y su esfuerzo. Siempre se dice que el éxito de un maestro lo alcanza cuando se ve superado por sus discípulos. Manuel Garrido Lora lo ha conseguido con creces lo que nos hace sentirnos extremadamente orgullosos y nos consta que todavía le queda mucho camino prestigioso por recorrer.